En su época, las personas de la India sabían muy bien que el deseo y la aversión eran la causa del sufrimiento, y que una vez que éstos desaparecen, no hay más sufrimiento. Después de haber alcanzado la Iluminación, el Buda se dirigió al Parque de los Ciervos para transmitir su enseñanza por primera vez, a sus cinco viejos compañeros. Si se hubiese conformado con decirles: “encontré la iluminación porque ahora se lo que es dukkha, sé que su causa es el deseo y la aversión, y sé que existe una posibilidad de salir de ello”, estoy seguro de que sus camaradas hubiesen sonreído: “Sí, sí, sí, nosotros también lo sabemos.” Pero él dijo algo que no se sabía entonces.
Él dijo: “Las Cuatro Nobles Verdades no son realmente verdades hasta que no las experimentamos.” Éste fue su primer sermón: aceptar que hay un camino que conduce a la erradicación del sufrimiento no es suficiente, no nos ayuda para nada. Ésta es al diferencia entre el Buda y los otros maestros que dicen que el sufrimiento existe. Cuando se siente un dolor en el cuerpo, cuando hay una presión en alguna parte, calor, cuando un amigo muere, cuando alguien pierde sus bienes, su trabajo, su poder, su posición, se vuelve desgraciado, sí, es evidente, todo el mundo puede comprenderlo. Pero ésta no es la enseñanza del Buda. Entonces, ¿qué es el sufrimiento, qué es dukkha según el Buda?
Todo aquello que puedes experimentar en el interior del cuerpo es dukkha.
Cuando las personas vienen a los cursos de meditación, al principio se sienten mal, sufren de tensiones, dolores, pesadez, calor, picazón, todo tipo de sensaciones desagradables. Es muy fácil comprender: hay dukkha porque hay dolor, presión, pesadez. Al quinto o sexto día, en el séptimo día, tal vez para otros en el octavo, noveno o décimo día, uno llega al estado en donde toda la solidez del cuerpo se disuelve. Así es la enseñanza: no se hace llamando a ninguna imaginación, a ningún tipo de autosugestión ni de auto-hipnotismo, debes experimentar la verdad, debes constatar por ti mismo que el cuerpo no es una sustancia sólida. A nivel aparente (paññatti), la estructura física entera es sólida, hecha de carne, huesos, etc., pero a nivel real (paramattha), no hay más que vibración, partículas subatómicas (kalapa) que aparecen y desaparecen a gran velocidad. La enseñanza del Buda consiste en ir de la realidad aparente a la verdad última con la ayuda de Vipassana.
Así, de acuerdo con la enseñanza del Buda, vamos de la realidad aparente, densa, hacia una realidad más y más sutil. Se alcanza la realidad más sutil concerniente a la materia, la mente y los contenidos mentales, y entonces las cosas se vuelven muy fáciles: se trasciende por completo el campo del cuerpo y la mente y se experimenta algo indescriptible, algo que es eterno, donde nada desaparece, nada muere, porque nada aparece. Debes experimentarlo. Alguien te puede decir: “Este pastel es delicioso.” A menos que lo pruebes, no podrás saber si es cierto. De la misma manera, ¿por qué decir que el Nibbhana es maravilloso si no se ha experimentado? Se trata de juegos devocionales, de juegos intelectuales. No te aportarán nada. Es lo real y sólo lo real lo que el Buda enseña cuando dice que debemos experimentar cada Noble Verdad de tres maneras diferentes.
Antes que nada, se debe constatar que el sufrimiento existe en todas partes del mundo. En efecto, seamos ricos o pobres, educados o no, es fácil constatar que nadie se salva del sufrimiento. Y el Buda nos incita a experimentar todo el campo del sufrimiento, hasta su último límite, a verificar por nosotros mismos que todos los fenómenos físicos y mentales son sufrimiento.
Es así que se debe comprender dukkha, la primera de las Cuatro Nobles Verdades, y cómo se explora y se experimenta.
Cuando hacemos un curso de Vipassana, sentimos dolores, tensiones, pesadez física. También dukkha es una realidad evidente, muy intensa. Pero a medida que la observación de las sensaciones avanza, este dukkha solidificado se disuelve, y se llega la estado de la aparición y desaparición de la sensación, llamado udayavayaññana. Udaya es la aparición, y vaya la desaparición.
Cuando aparece un dolor burdo, solidificado, hay que observar. Este dolor va a durar, durar, durar algún tiempo, pero tarde o temprano va a desaparecer. Cuando sientes estas sensaciones sólidas, intensas, burdas, desagradables, experimentas la verdad sobre la aparición de la sensación, samudaya dhamma. Pero si continúas meditando, observando estas sensaciones, llegarás al estado de la disolución total, bhangañana, en el cual toda solidez se disuelve: toda la estructura física se te revela como una masa de partículas subatómicas (kalapa) que surgen y desaparecen sucesivamente con gran rapidez. Cuando experimentan esto los practicantes de Vipassana vienen a verme y exclaman: “!Es maravilloso! ¡Encontré lo que buscaba! Siento un flujo de sensaciones muy sutiles, ¡Es tan agradable! ¡Ya no siento dolor!” Las personas buscan lo que es agradable; vienen a los cursos para encontrarlo, para deshacerse de las sensaciones desagradables. Pero un maestro experimentado debe responderles: “¡Oh no, estás loco! Este estado no es maravilloso, el Buda dijo que es peligroso.” Entonces los practicantes protestan: “¿Por qué peligroso, por qué temible? ¡Todos mis dolores han desaparecido!”
Este estado es peligroso porque cuando tienes sensaciones agradables te apegas a ellas. Ahora bien, la ley de la naturaleza es que todo cambia y desaparece. Así, cuando se llega al estado de la disolución total, algunas impurezas profundas suben a la superficie, y de nuevo sientes sensaciones solidificadas. Y entonces te sientes muy mal, porque generaste apego hacia esas sensaciones agradables y ahora han desaparecido. El estado de la disolución es muy importante, pero es igualmente muy peligroso y perjudicial si no tenemos el nivel de sabiduría requerido para evitar apegarnos. Si por el contrario, tenemos la sabiduría apropiada, comprendemos que por más agradable que sea este estado, es impermanente. Cuando sentías sensaciones intensas, su aparición y desaparición eran bien distintas, separadas por un intervalo. En el estado de disolución total, todo son pequeñas olas, y olas y olas: tan pronto como una ola aparece, desaparece. No hay intervalo que separe estos fenómenos, aparición y desaparición son casi simultáneas. Y podemos constatar que este fenómeno también es necesariamente impermanente. Entonces, aparición, desaparición, no producimos avidez hacia estas sensaciones, no producimos apego; uno queda desapegado, plenamente ecuánime, upekkha. En este caso, no hay ningún peligro.
El camino es luego “sankhara upekkha”*. Entonces, los condicionamientos mentales (llamados también “reacciones”), los sankhara más profundos, esos que tienen por consecuencia darte una nueva vida, vida tras vida, subirán a la superficie y serán eliminados. Esto sucede así porque permaneces ecuánime, porque experimentas que todo eso es impermanente. Por más poderosos que sean los sankhara que vienen a la superficie, si permaneces ecuánime, no pueden quedarse, desaparecen y alcanzas el estado de la Liberación total, el Nibbana. Pero esto no es posible si no se ha experimentado todo el campo del fenómeno físico y mental y constatado que todo es sufrimiento, dukkha. Puesto que incluso eso que las personas llaman “agradable”, no lo es: hay dukkha ahí adentro, ya que existe la aparición y la desaparición. En sí, reconocer la existencia de dukkha no te conducirá al objetivo final, explorar el campo de dukkha tampoco; haber experimentado todo el campo de dukkha, haber alcanzado los límites y haberlos trascendido, eso sí te llevará. El Buda explica a sus cinco compañeros que es lo mismo para las otras tres Nobles Verdades, que debemos primero comprender cada una de ellas, luego experimentarlas directamente, pero que ella no se vuelve totalmente una Noble Verdad sino cuando la hemos trascendido. También les relata que él mismo ha trascendido cada una de las Cuatro Nobles Verdades, que son el sufrimiento (dukkha), la causa del sufrimiento (dukkhasamudaya), la erradicación del sufrimiento (dukkhanirodha) y el camino que conduce a la cesación del sufrimiento (dukkhanirodhagaminipatipada). Y es el hecho de haber cumplido la segunda y la tercera etapa para cada una de las Cuatro Nobles Verdades, y no simplemente la primera, lo que convenció a sus cinco compañeros de que había efectivamente alcanzado la Iluminación. ¡No es entonces en diez días que uno alcanza el estado del Nibbana! Algunos tal vez lo alcanzan, ¡bien por ellos, los felicito! Pero no debemos esperar que en diez días logremos el objetivo final.
*Sankhara upekkha significa que el sendero consiste en permanecer “ecuánime” frente a los condicionamientos mentales, los sankhara (también llamados comportamientos habituales de la mente) que se manifiestan por tal o cual tipo de sensación que aparece y desaparece en la estructura física del cuerpo. Son los sankhara quienes nos incitan a reaccionar con avidez o con aversión. Cuando la mente permanece “ecuánime”, estos condicionamientos mentales, enterrados en las profundidades de la mente, suben a la superficie y pueden así ser eliminados. En efecto, el comportamiento habitual de la mente es reaccionar a las sensaciones con avidez o aversión y producir así nuevos condicionamientos mentales, permanentemente. La meditación Vipassana consiste en cambiar este comportamiento habitual. Los sankhara muy profundamente enraizados en nuestra mente, en el nivel inconsciente, son condicionamientos mentales suficientemente poderosos para incitarnos en el momento de la muerte a tomar otro nacimiento.